El caso de la autoevaluación

El Prof. Marcos Martínez y el Prof. Gabriel Requena, referente académico de Matemática en Secundaria, cuentan sobre distintas acciones que han llevado a cabo con los alumnos de Secundaria en lo que respecta a la evaluación formativa.

 

En el marco del Plan Roble, desde el año 2017, el colectivo de profesores de Matemática de Secundaria viene desplegando distintas acciones relativas a la evaluación de los aprendizajes en el aula.

Motivados por el interés de no restringir la evaluación a la asignación de calificaciones y de proponer actividades de naturaleza escolar desafiantes comenzamos a implementar estrategias de evaluación formativa. Este tipo de evaluación, por un lado, promueve condiciones que brindan variadas oportunidades para mejorar los aprendizajes de nuestros estudiantes y, por otro lado, genera información para re-orientar el proyecto de enseñanza de los profesores.

Planteamos instancias de evaluación en las que los estudiantes saben que no serán calificados, de esta manera se genera otra oportunidad para que aprendan a tomar decisiones pertinentes respecto a su aprendizaje y así promover su autonomía.

Asimismo, desde nuestra perspectiva, la Matemática que promovemos para el aula le exige a los estudiantes, entre otras tareas, resolver problemas, encontrar relaciones, elaborar conjeturas, utilizar diferentes representaciones, validar, producir conclusiones, etc. Dada esta variedad de tareas consideran que para obtener evidencias de los aprendizajes y sus avances es necesario ampliar la variedad de estrategias e instrumentos de evaluación y no contar apenas con la tradicional prueba escrita.

Las acciones formativas que planificamos e implementamos son las siguientes: la auto-evaluación, la realización de actividades auténticas, la comunicación de las expectativas de aprendizajes, la utilización de rúbricas para evaluar, la realización de escritos sin calificación y la co-evaluación entre estudiantes. En este artículo conocerán cómo trabajamos la autoevaluación.

Motivamos a los estudiantes de sexto año de Secundaria, opción ciencias biológicas, a que se comprometan con su aprendizaje a través de la realización de auto-evaluaciones centradas en el contenido derivada de una función en un punto.

Esta experiencia se desarrolló en el 2017 y 2018 colaborando con el desarrollo de las siguientes competencias presentes en los perfiles de egreso de Matemática de la Educación Media Superior del Plan Roble:

Dimensión Subdimensión Indicador
Conceptual Capacidad de reconocer y comprender nociones matemáticas. Reconocer las nociones de límite, continuidad y derivabilidad de funciones.
Capacidad para establecer relaciones entre los conceptos matemáticos y sus distintos usos y significados. Identificar objetos matemáticos desde distintos registros de representación.
Comunicativa Capacidad de elegir la representación de acuerdo a la situación que se resuelve. Comunicar de manera oral el proceso de resolución de un problema.
Actitudinal Capacidad de ensayar diferentes caminos de resolución de una situación que impliquen conocimientos matemáticos. Descentrarse de sus producciones e introducirse en las de sus compañeros.
Evaluar y regular el pensamiento propio. Valorar el trabajo matemático como forma de producir argumentaciones y no acatar proposiciones como si fueran verdaderas.

Tabla 1: Elaboración propia a partir de los perfiles de egreso

 

 La autoevaluación se realiza con el propósito de ofrecer un tiempo para que los estudiantes revisen, controlen y reflexionen acerca de lo trabajado en una clase o en un conjunto de actividades. De esta manera, se vieron exigidos a reubicarse respecto al tradicional sentido de la evaluación ya que asumían un rol activo al considerar, por ejemplo, si van aprendiendo o no.

En cada instancia, se propuso a toda la clase que respondan de manera individual una serie de preguntas como por ejemplo ¿algo quedó confuso? ¿Con qué lo puedes relacionar de lo que sabes? ¿Qué aprendiste con este par de actividades? ¿Qué diferencias encuentras entre las parte a) y b) de la actividad?

En principio, se otorga aproximadamente siete minutos para que ellos se auto-evalúen por escrito, pero a medida que se proponen nuevas instancias, la actividad va paulatinamente transformándose y constituyéndose en una escritura a partir de las preguntas propuestas. Luego, los alumnos intercambian “miradas” con toda la clase. Se percibió una buena disposición por parte de los estudiantes a analizar críticamente su proceso de aprendizaje. Algunos mencionan la necesidad de realizarla con mayor frecuencia.

Los jóvenes van tomando conciencia tanto de lo que entienden como de lo que no entienden, de sus fortalezas y debilidades respecto a los conceptos y herramientas matemáticas utilizadas al resolver los problemas. Esta toma de conciencia posibilita que tomen decisiones con información acerca de su propio proceso de aprendizaje, como por ejemplo: “es necesario escuchar lo que dicen mis compañeros porque ellos también me aportan.”

Al mismo tiempo, la voz de los estudiantes en estos espacios de diálogo contribuye a que los profesores puedan comprender un poco más sus dificultades o carencias respecto a las nociones que circularon en el aula. Este hecho aportó mayor información para realizar ajustes o retomar algunas nociones trabajadas desde otro punto de vista.

Consideramos que es fundamental incorporar este tipo de evaluación en el ámbito de la enseñanza de la Matemática en el nivel Secundario porque además ofrece evidencias genuinas del desempeño de los estudiantes, en esta situación, relativa a la derivada en un punto y a las competencias.

En el siguiente artículo se compartirá la experiencia de evaluación formativa en lo que refiere a tareas auténticas.

Prof. Marcos Martínez y el Prof. Gabriel Requena