La historia de la “latina” Josefina Zeballos

Manuela Pereira y María José Araújo, alumnas de sexto de economía y derecho respectivamente, integran el taller extracurricular de periodismo y audiovisual de Secundaria, dictado por Sofía Kortysz. En el marco de este espacio, redactaron este número en el cual presentan la experiencia de una alumna amante del deporte. 

 

Josefina es una joven alumna de quinto año humanístico que en febrero emprendió un viaje deportivo de perfeccionamiento para defender a uno de los planteles formativos  de la Selección de Basketball. Con una sonrisa en su cara durante toda la entrevista, nos permitió acercarnos a esta experiencia y dialogar acerca del rol del basketball en su vida. 

Esta pequeña gran jugadora nació el 7 de abril de 2003. Se considera afortunada por haber cumplido el sueño de jugar en la selección, pero no se queda parada y anhela, algún día, convertirse en jugadora de la selección mayor.  

Con tan solo 16 años, Josefina defiende la camiseta de Bohemios en tres categorías -U19, U16 y Mayores-, además de formar parte del plantel Sub 18 de la Selección Femenina de Basketball. Si se le consulta por un referente, responde, sin dudar, Leandro García Morales y la argentina Julieta Belén Ale con quien comparte la posición en que juega: base.

Sus comienzos en el basketball se remontan a su infancia. Por su cercanía familiar a este mundo, el deporte la fue conquistando hasta hoy en que luce con orgullo la casaca en cada partido. “Siempre fui deportista, iba a la placita con una pelota a jugar con mi hermano y mi padre. Mi hermano entró a jugar en Tabaré, lo iba a ver y me empezó a gustar. Mientras tanto, yo hacía ballet. Después él se cambió a Bohemios, a mí me encantó y empecé a practicar”, expresa.

Es interesante por qué decidió dedicarse al basketball. “Lo disfruto muchísimo a pesar de que a veces me puedo enojar o estar mal. El nivel de alegría que me da, no lo encontré en el ballet ni en los otros deportes”, expresa.                            

Es muy optimista en cuanto al presente del basketball femenino y se siente orgullosa al ver los avances que han ocurrido en los últimos años. Está creciendo muchísimo. Las referentes del basketball de Uruguay nos cuentan que cuando eran chicas no tenían nada, se tenían que bancar todo. Nos dicen que disfrutemos de que tenemos una cancha fija, vestimenta, agua, lo básico cuando vas a practicar” y concluye con una reflexión: “somos privilegiadas por lo que estamos viviendo y lo que logramos”.

En la cancha, se define como una buena compañera,  a quien no solo le importan sus tantos sino el equipo. Dice que su mayor fortaleza es su sinceridad y su gran defecto la timidez.

Hay un partido que quedó grabado en su cabeza y su corazón. Fue en un Sudamericano sub 15.  “Hicimos historia porque fue la primera vez que la selección de Uruguay le ganó a Colombia en una categoría”, narra con emoción.

La familia es un pilar muy importante para Josefina. Sus padres, su hermano Juanma, los primos y algunos amigos son los que la apoyan en las buenas y en las malas. Son quienes le transmiten tranquilidad antes de los partidos. Junto con la música, que le permite concentrarse, conforman el combo indispensable antes de ingresar a la cancha.

Sin dudas, entrar a la selección es el sueño de muchos jugadores. A ella se le dio la ocasión de muy pequeña. “Era muy chica, y me llegó la oportunidad de entrenar con la selección, una categoría más grande que yo. Al principio estaba muy nerviosa. Llegué al punto de que no quería ir porque pensaba que no iba a poder hacer nada. Después fui agarrando confianza entre mis compañeras y el técnico. Fue lo que me ayudó a seguir ahí”

Si bien disfruta mucho de jugar, también tiene sus sacrificios. “A veces es muy difícil porque salgo del liceo, almuerzo, me voy al club y vuelvo de noche. Pero siempre intento hacerme un tiempito para el estudio que creo que es re importante”, afirma. Cuenta que cuando viajó a China siguió sus clases mediante la plataforma del colegio, pero comenta que no siempre se corre con esa chance. “Fue la primera vez que me comuniqué con el liceo a través de la computadora porque la selección nos dio la oportunidad de hacerlo. Cuando viajamos a los Sudamericanos, casi siempre a fin de año, antes o después de los parciales, solo me mandan un comunicado que me justifica las faltas”.

TODO NUEVO. El tener que ensamblar un equipo de jugadoras que se conocían, pero que nunca habían practicado juntas como hicieron en China, fue fruto de que la categoría a la que hoy pertenece, viajó el año pasado a Chile, donde se prepararon, únicamente, las atletas nacidas en 2002. “No practicamos juntas antes de irnos. Fuimos directo a China y formamos un grupo hermoso”. 

Josefina agrega que se tuvieron que acomodar a los horarios pues les “cambiaron totalmente”. Sin embargo, lo lograron con éxito. Otra novedad, era que el plantel masculino y el femenino entrenaban juntos, práctica que, sostiene, no ocurre acá. “Al principio fue medio vergonzoso, porque es raro, en Uruguay al menos, compartir un viaje y estar juntos. Acá nunca nos cruzamos, pero hicimos un muy lindo vínculo y hasta amistades”.  

En China visitaron las ciudades de Kunming -en la provincia de Yunnan-, Shanghái, Beijing y Lijiang. Después, fueron algunos días a Madrid,  España. Además de entrenar y jugar partidos contra diversos equipos, tuvieron tiempo de recreación. “En China, las últimas semanas, practicamos solo de mañana para tener la tarde libre. Nos íbamos a pasear en metro. Fuimos a Beijing, a la muralla China. Fue increíble. Veo las fotos y es impresionante”. Confesó una meta que se puso la selección femenina en esa instancia. “El guía nos dijo que muy poca gente llegaba a la cima, que había que estar muy entrenado y, todas juntas, nos propusimos subir hasta el último escalón, demorásemos lo que demorásemos”. 

La cultura china es muy distinta a la nuestra. Una de las grandes diferencias es el idioma, que supuso una traba para el equipo. “Teníamos dos traductores que estudiaban en la facultad de filosofía española y, más o menos, nos entendían, pero cuando no estaban, era muy difícil. Solo en Beijing hablan inglés. En las otras ciudades no y, a veces, no teníamos internet para usar el traductor”.

Josefina describió a los anfitriones como “muy respetuosos”. “Se preocupaban porque estuviésemos bien, la seguridad es muy alta, te daba confianza estar con ellos”, afirmó. Asimismo, admitió que, antes de viajar, “estaba muy ansiosa por conocer el país. Principalmente, otra cultura”. También quería confirmar “si era verdad todo lo que se dice” sobre su alimentación. Consultada sobre qué aspecto fue el que más le llamó la atención, respondió, justamente, que fue la comida, algo que extraña mucho cuando viaja. De todos modos, aseguró que esta vez no se arriesgó a probar “mucho” porque es “muy flojita del estómago”.

Cuando le preguntamos por una anécdota, tardó unos segundos en contestar y se inclinó por hacer una síntesis del viaje: “creo que, turísticamente, la anécdota fue la muralla. Antes de irnos ya hablaba con mi familia, no podían creer que iba a ir con quince años por el basketball. Nunca me hubiese imaginado viajar a China, estar un mes como una profesional, así que doy gracias, soy afortunada por el viaje que hice”.

Este va a ser un año de mucho basketball para esta entusiasta jugadora. “Con Bohemios empezó el campeonato cuando llegamos y sigue hasta fin de año, con la selección está el sudamericano y, a partir de junio o julio, nos vamos a empezar a preparar”, detalló.

Sin dudas, Josefina ha vivido grandes experiencias deportivas en sus jóvenes 16 años. Crece con esfuerzo, trabajo y dedicación, sin dejar de lado sus estudios que son parte constitutiva de sus días. Desde acá, vaya el agradecimiento por abrirnos las puertas y el deseo de muchos éxitos para todo lo que se viene.

Manuela Pereira y María José Araújo